Sin embargo, en los últimos años (seguramente, décadas) algo ha estado pasando de forma y manera que se ha establecido un mal entendido corporativismo de padres frente a maestros, y viceversa. Y los niños son niños, pero no tontos. Hace poco leí una frase dicha por un maestro a unos padres, en la reunión de inicio de curso, que podría ilustrar esta idea: “si vosotros no creéis todo lo que dicen que pasa en el cole, yo no me creeré todo lo que dicen que pasa en casa”. Y sí, los niños aprovechan la ventaja de tener a padres y maestros enfrentados y desconfiando los unos de los otros.
Entiendo las necesidades de las familias y su dificultad de conciliación, pero también entiendo las necesidades de maestros de disponer de tiempo fuera del aula para preparar sus clases, y las necesidades de los niños de no tener jornadas “laborales” más largas que las de sus padres. Y todo ello sí que hay que conciliarlo. Como sea.
Durante muchos años hemos estado oyendo noticias de enfrentamientos (incluso físicos) entre padres y profesores. Pero ya empiezan a oírse voces sensatas, de padres y de maestros, que reclaman unidad y criterios compartidos para la educación de sus niños. Bienvenidas sean estas voces. Y bienvenidos los primeros que decidan actuar, porque sólo con buenas intenciones no llegaremos a ningún sitio. El "divide y vencerás", en este caso, es la peor opción.
Una de las pocas iniciativas en este sentido que he visto es la de Alianza Educativa.
Aún no han empezado, están a punto. Pero habrá que seguirlos, para ver sus propuestas de actuación y sus resultados. Aquí os dejo el link a su blog.
Ánimo.
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