Prefiero pensar que el futuro me lo voy construyendo yo, día a día. Sé que ahora no soy la de los 15 años, y sé que a los 50 no seré la que soy hoy. Sabiendo y pensando esto, ¿cómo iba a optar por la opción del mismo trabajo para toda la vida?
Soy maestra. Sé que eso implica cambios continuos (casi diarios), porque la “materia” humana de la que está hecho mi trabajo no me va a permitir casi ninguna rutina en mi quehacer diario. Pero… ¿y si dentro de 5 años ya no me apasiona? O no me apasiona de la forma en qué llevo a cabo mi trabajo, o la forma en que me lo hacen llevar a cabo.
Por todo esto yo decidí que no quería entrar en la rueda de las oposiciones, de las listas, de las sustituciones… Incluso de la plaza fija. No quería (ni quiero) anclas que dificulten mi capacidad de elección.
Decidí dedicarme a la docencia optando por trabajar más horas y cobrar menos que haciendo lo mismo como funcionaria. Ésa fue mi opción.
La enseñanza, el pensamiento de los niños, me apasiona. Ayudar a padres a sacar lo mejor de sus hijos, también. Pero opté por dejar abierta una puerta de escape por si algún día… necesitaba escapar.
Apoyo todas las propuestas a favor de la mejora de la educación y del sistema educativo. Y ese apoyo implica un apoyo a todas las opciones: la escuela pública, porque hay que asegurar que la educación de verdad sea universal; la escuela concertada, porque esa escolarización universal no hubiera sido posible sólo basándose en la red puramente pública (o habría tardado en llegar muchos más años) y porque para muchas personas es su opción; las escuelas privadas, porque quien la quiera elegir ha de poder tener esa opción; las academias y centros de estudios, para las familias que deciden ofrecer a sus hijos aún más de lo que reciben en los colegios; y, por último, apoyo a las familias que deciden educar en casa.
Lo que no apoyo es que haya niñas bonitas y niñas feas de la educación, especialmente de la soportada con fondos públicos: la escuela pública ha de poder garantizar la mejor de las educaciones posibles a todo aquél que se forme en ella; la concertada ha supuesto un enorme refuerzo a la red de escuelas públicas y no perdáis de vista que algunas están entornos algo desfavorecidos y están en riesgo de desaparición.
Soy maestra por pasión y vocación.
Lo que no sé es si siempre lo seré en el aula de un colegio. Por eso yo, como tantos otros, decidí no ser funcionaria.
Me ha gustado. Aunque mis motivaciones no son las mismas, no me siento especialmente mal por no ser funcionaria. Creo en una escuela pública de calidad, bien remunerada y con profesores bien tratados, con medios y maneras de atender a todos.
ResponderEliminarPero profesores lo somos todos, estemos donde estemos, e intentamos dar lo mejor de nosotros mismos. Tampoco creo en niñas bonitas ni feas, ni que la desaparición de un sistema de educación sea la panacea a los males.
Sólo queremos trabajar. Un abrazo!!
Gracias por tu comentario. Lo interesante es poder elegir (tanto el dónde o cómo trabajar, como los padres dónde escolarizar a tus hijos). Los problemas de los docentes son comunes, enseñen donde enseñen.
ResponderEliminarCreo que lo vemos parecido! (aunque son bienvenidos todos los puntos de vista).