Durante este verano se ha venido hablando de propuestas para mejorar la formación inicial del profesorado, y una de ellas ha sido la de los PIR (aún no existe ni el nombre ni las siglas, así que adopto PIR por analogía con los MIR -médicos internos residentes-).
Se propone un periodo, más o menos largo, tras la licenciatura o grado en que el nuevo maestro imparta clases, a modo de práctica o prueba. Se propone que deberían cobrar un salario, porque estarán realizando un trabajo. Y se propone que puedan disponer de tiempo para elaborar sus proyectos y memorias.
Al mismo tiempo, algún profesor con experiencia debería tutorizar esta práctica remunerada porque, claro, si no estaríamos hablando de un contrato basura y no de un periodo de aprendizaje remunerado.
Los MIR, durante su residencia, aprenden y practican los procedimientos estandarizados del diagnóstico y tratamiento de enfermedades. De ahí su utilidad y validez. En la docencia eso no existe (¡y Dios no lo quiera!).
Como me dijo una vez un auditor de sistemas de calidad: “en la formación hay mucho factor humano”, reconociéndome las dificultades -que no imposibilidad- de su gestión y análisis certeros.
Así, toda esta propuesta me provoca varias dudas, a saber:
1-Si se considera que hay que pasar este periodo de práctica para llegar a ser un buen docente, se podría pensar que el maestro que imparte clases en el periodo de “residencia” todavía no es un buen profesor y eso querría decir que habría “damnificados” (sus alumnos).
2-¿Todas las familias estarán dispuestas a dejar el aprendizaje de sus hijos en manos de un “inexperto” declarado?
3-¿Quién elegirá a los tutores de los PIR? ¿Y bajo qué criterios? El “cada maestrillo tiene su librillo” existe y habría que ver qué es lo que se pretende hacer practicar al “residente”: ¿se tratará de un tutor que defiende las clases magistrales y el estudio memorístico, el trabajo cooperativo, partidario del libro de texto, no partidario, diseñador de actividades TIC, mero buscador y aplicador, de los que hacen evaluaciones iniciales…? Las modalidades podrían llegar casi al infinito. Y dependiendo del quién, el qué y el cómo ese es el docente que estaremos preparando.
Quizás lo que hay que hacer es intensificar las prácticas durante la carrera, dotarlas de un contenido real y que los profesores en ejercicio que eligen tener alumnos de prácticas acepten la tutorización por parte de los profesores universitarios que envían a los futuros maestros a los colegios, dejando que estos apliquen lo que ellos les pautan o aprueban.
De paso, los últimos conceptos en educación entrarían en las aulas ordinarias y sería una nueva modalidad de formación continua del profesorado en activo.
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