Ofrecer un servicio excelente es ir más allá de las expectativas de tu cliente; ofrecerle tu producto o servicio de la forma más eficiente posible, reduciendo al máximo ineficacias y así centrarte en lo importante y poder dedicarte a hacer un trabajo de más calidad, centrado en tu trabajo "de verdad".
¿Te has encontrado alguna vez preparando un material durante unas 6-8 h. para una clase de 1h? Si localizas las ineficiencias y dedicas un tiempo a optimizar ese proceso, tal vez podrías disponer de un par de horas para pensar la siguiente actividad, o la siguiente reunión, o para calificar con más calma…
¿Alguna vez has perdido horas de trabajo buscando tinta para la impresora de la sala de profesores, que alguien ha gastado y nadie ha repuesto?
Os propongo un ejemplo porque muchas veces los maestros pecamos de exceso de perfeccionismo: la foto perfecta, la tipografía perfecta, el color de fondo perfecto con su marco perfecto para todo el conjunto… y buscamos y buscamos, y gastamos tiempo. Mucho. Pero a lo mejor con una simple “arial” conseguiríamos el mismo efecto, un “producto” suficientemente bueno sin gastar recursos que no nos sobran (tiempo, en este caso).
Pero, ¿quiénes son tus clientes? ¿A quién tienes que satisfacer?
- Alumnos, por supuesto
- Padres: les proporcionas información por diferentes vías (anotaciones, boletines o informes de notas, oral…) y esperan unos resultados en sus hijos.
- Equipo Directivo y Administración educativa, que suelen ser demandantes de información.
- Compañeros: a quienes has de proporcionar información sobre alumnos, coordinación de actividades o programaciones, actas de reuniones, propuestas de actividades varias…
- Servicios de atención a alumnos, externos al colegio (¿algún psicólogo o médico de algún alumno te ha pedido alguna vez información?)
- De alumnos
- De padres
- De equipo directivo y administración educativa
- Del coordinador TIC (¡cómo! ¿Qué nunca le has tenido que pedir nada?)
- De servicios de atención a alumnos, externos al colegio
Aunque seas profesor, piensa en tus clientes. Busca cómo darles el mejor producto posible. Busca los “despilfarros” (o todo aquello por lo que tu “cliente” no estaría dispuesto a “pagarte”).
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