O se hace camino al andar...
Esperar hasta que tengamos todos los detalles solucionados para actuar casi seguro que nos llevará a la inacción. Esperaremos, puliremos, revisaremos, volveremos a mirar, a comparar… y así nos eternizaremos sin hacer nada. En ningún aspecto.
Cada vez que hemos de empezar con algo nuevo, nos detenemos porque creemos que si no está diseñado y completo al 100% no se puede llevar a cabo. Pero esta actitud paraliza la acción y, por lo tanto, cualquier posibilidad de mejora (no lo olvides: sin acción no hay mejora).
Piensa en situaciones habituales en el colegio: implementar la evaluación de la adquisición de las competencias básicas, utilizar recursos digitales… En muchos claustros se crean comisiones, grupos de coordinación, se debate en reuniones, se corrige, se aportan nuevas ideas, se vuelven a escribir y se vuelven a presentar al grupo… y nunca se empieza con nada. ¿Cantidad de tiempo dedicado? Infinito. ¿Cantidad de mejora conseguida? Cero.
Por muy compleja que sea la tarea a implementar, todo aquello que en el futuro pueda mejorar lo que estamos haciendo hay que empezarlo, cuanto antes mejor.
Se esboza, se afina y se pone en práctica. Ya hemos comenzado a caminar.
Se deja un tiempo prudencial de aplicación, se evalúa (la practicidad, la simplicidad, la aportación al objetivo perseguido) y se sacan conclusiones. Se revisa, se simplifica o se añade algo importante que en el primer intento no se tuvo en cuenta y arrancamos nuevamente. Seguimos, pues, mejorando.
Cuando creemos que ya está consolidado, aún habrá que revisarlo periódicamente para continuar mejorándolo (esencia del kaizen).
Solo con empezar a actuar, ya estás en el camino de la mejora. Y ya tendremos tiempo de seguir.
Sobre todo, hay que moverse.
Piénsalo: ¿qué es mejor?, ¿ganar desde ya un 60% -aunque 60 no sea 100- o no ganar nada?.
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